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L A...A TL A N T I D A


gorrion

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¿¿¿ Es el continente perdido, es una leyenda, un mito inventado por Platon, estaba cerca de Grecia, o entre America y Africa. fue el gran meteorito que cayo en medio y la destruyo, o fueron los movimientos de las placas continentales la que la undieron.. ???

Estas y muchas mas son las pregunbtas que muchos cientificos se hacen

Como estamos en epocas invernales y de poca pesca y nos tiramos delante de la pantalla largo rato, aqui les dejo un tema por si lo quereis escudriñar o que alguien haya leido algo al respecto.

Si alguno sabe algo que lo diga ahora o calle para siempre....

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lo ultimo que yo he escuchado, es que podria ser que estuviera situado en huelva, enconcreto el municipio de hinojos,saludos

Ya empezamos a barrer para casa ......... :pescando:

Ya veras tu cuando saque el tema de Cristobal Colon y que no salio de Palos sino de Pals una localidad en la Costra Brava ,... :pescando2:

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Sí­, yo también he escuchado eso, un grupo de cientí­ficos alemanes han determinado que estaba situada en el coto de doñana. No sé en que se basan, pero son sus teorí­as.

Luego hay otra que dice que estaba por las bahamas o algunas islas esas del caribe, que en los arrecifes de coral se puede observar desde avión una disposición en lí­nea recta de unos bloques de piedra totalmente alineados y perfectamente rectangulares.

Luego hay otra que dice que se ubicaba en el lo que hoy es el golfo de cádiz. Para mí­ totalmente imposible por la profundidad existente en la zona.

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  • Miembros

Lo de la Atlantida, creo que pertenece más a la mitológí­a que a otra cosa, lo último que he leí­do es que podrí­a haberse situado en la dorsal atlantica. Lo de Huelva, creo que se refire más a la situación de la antigua Tartessos.

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Decenas de investigadores pretenden haber localizado la Atlántida en diferentes lugares del mundo. Sin embargo, aún no está claro que esta mí­tica isla de la felicidad existiera realmente.

Vista aérea de lo que un dí­a pudo ser la Atlántida.

Hacia el año 350 a.C. vieron la luz dos escritos de Platón en los que exponí­a, en forma de diálogo, algunas de sus ideas filosóficas. En ambas obras -Timeo y Critias- el sabio griego hací­a referencia a una fabulosa civilización, rica y poderosa, que después de haber sostenido una larga guerra contra pueblos vecinos habrí­a desaparecido completamente a causa de un violento terremoto. Su nombre: Atlántida.

A primera vista, la historia podrí­a considerarse un exhorto a la virtud, pues este tipo de literatura moralizante era muy frecuente en la antigí¼edad clásica. Sin embargo, algunos detalles cuestionan tal suposición. Así­, Platón insiste cuatro veces en la certeza de su relato, que habrí­a transcrito literalmente a partir de la información legada por el célebre legislador Solón, el cual a su vez la habrí­a recibido, aproximadamente en el 600 a.C., de un sacerdote egipcio. Por otro lado, el filósofo griego describe la capital de la Atlántida, a lo largo de unas veinte páginas, con tal profusión de detalles que los arqueólogos de hoy podrí­an reconstruir la ciudad sin necesidad de más datos.

El manuscrito de Platón no llamó particularmente la atención de sus contemporáneos. Su propio alumno Aristóteles lo consideraba un cuento con moraleja como tantos otros, opinión que comparten en nuestros dí­as numerosos arqueólogos a historiadores. Sea como fuere, lo cierto es que algo de especial debe tener el continente platónico. De Lo contrario cómo puede explicarse que, desde su mención, se hayan publicado más de 2.000 textos acerca de la legendaria civilización. Y actualmente, sólo en España, existen 97 libros cuyos tí­tulos incluyen el nombre de Atlántida.

Son muchos los investigadores que, de forma más o menos rigurosa, han emprendido la búsqueda del continente desaparecido, una empresa no del todo descabellada, pues al fin y al cabo también la Troya de Homero se creí­a producto de la fantasí­a, hasta que el arqueólogo Heinrich Schliemann la descubrió en 1903. Veamos las teorí­as que se han fraguado en torno a los diferentes aspectos de la cuestión, comenzando por el cronológico.

Del relato de Platón se deduce que la civilización atlante debió florecer hace más de 12.000 años. Este dato no puede ser exacto en ningún caso, puesto que en aquellos remotos tiempos todaví­a no existí­a ninguna cultura evolucionada que trabajara los metales, estuviera gobernada por reyes y dominara los mares con sus barcos. En cuanto a la localización del misterioso continente, el texto del filósofo ateniense lo sitúa "más allá de las Columnas de Hércules", y esto significaba, según la concepción de la antigí¼edad, al otro lado del estrecho de Gibraltar, es decir, en el océano Atlántico. Pero atención, recordemos que la fábula procede de los antiguos egipcios y, para ellos, la isla perdida se llamaba Keftiu (el nombre que tení­an para Creta). La fuente de información de Platón, el legislador y estadista Solón, pensaba naturalmente en griego, de modo que traducirí­a las indicaciones del sacerdote egipcio a su propia lengua, pudiendo producirse por esto algunos equí­vocos. Posiblemente los egipcios tení­an en mente un lugar totalmente diferente al referido por Solón, ya que para esta civilización confinada en el valle del Nilo, el mundo conocido terminaba no ya en el Atlántico, sino en el mismo Mediterráneo. Y es precisamente aquí­ donde, en opinión de algunos investigadores, se habrí­a ubicado en realidad la Atlántida, aunque sobre esto volveremos más adelante.

Mapa de la Atlántida según Platón.

En su escrito de 1638 Nova Atlantis, el inglés Francis Bacon, uno de los primeros eruditos occidentales en interesarse por el tema, identificaba el entonces recién descubierto continente americano con el paí­s descrito por Platón. Otro sabio, el jesuita alemán Athanasius Kircher, afirmaba 27 años más tarde que se habrí­a tratado de una isla propiamente dicha, situándola, de un tamaño inmenso, entre Europa y América.

Ya en siglo XIX, los franceses Brasseur de Bourbourg y Le Plongeon se mostraban convencidos de que algunos habitantes de la Atlántida hubieran conseguido llegar hasta Centroamérica tras el hundimiento de la isla, ejerciendo luego una influencia decisiva sobre las culturas olmeca, tolteca, maya y azteca. Es cierto que los descendientes de los mayas han conservado una tradición acerca de una isla llamada Aztlán, supuestamente la patria original de todas las tribus indí­genas centroamericanas, pero investigaciones del fondo marino realizadas en la zona de la dorsal mesoatlántica en los años cincuenta revelaron que ahí­ no pudo haber desaparecido ninguna isla, ni siquiera hace millones de años.

A partir de 1882 la Atlántida se convirtió en tema de conversación obligado para cualquier tertulia. Tal año, el novelista y erudito norteamericano Ignatius Donnelly publicó Atlantis, obra que conocerí­a más de cincuenta ediciones y que sirvió de punto de partida para numerosas teorí­as posteriores. Donnelly estudió los enigmas de distintas culturas y elaboró a partir de tan misteriosos ingredientes una hipótesis irresistible: la Atlántida fue un continente entre Europa y América que se sumergió y que incluso llegó a constituir un puente terrestre entre ambos mundos.

Los principales datos que corroborarí­an su teorí­a son los siguientes: la lengua de los aztecas posee asombrosas semejanzas con la de los egipcios. (Esto no es exacto, dicen los escépticos; el parecido procede de una interpretación errónea de los signos de la escritura azteca). Los egipcios no fueron los únicos que construyeron pirámides; también los antiguos pueblos centroamericanos levantaron este tipo de estructuras, de modo que debió existir algún contacto entre ellos. (Tonterí­as, afirman los detractores de Donnelly; una forma geométrica tan elemental puede inspirar a cualquier arquitecto espontáneamente, sin que tenga que copiar de nadie). Las anguilas europeas y americanas migran hacia mar de los Sargazos para desovar y, después, las recién nacidas regresan a sus correspondientes lugares de origen, lo que prueba una remota procedencia común de estos animales en algún punto del centro del Atlántico. (Actualmente se sabe que todas las anguilas europeas permanecen en el Atlántico y que sólo las americanas se dirigen tanto hacia Europa como hacia América, de modo que no pueden tener ninguna memoria genética de algún antiquí­simo continente centroatlántico).

Platón obtuvo la información para su relato de fuentes egipcias, lo que hace suponer una Atlántida mediterránea.

Pero de pronto salieron a relucir las verdaderas motivaciones de Donnelly en su búsqueda del continente perdido. "Los habitantes de la Atlántida", escribió, "fueron los padres de todas nuestras concepciones básicas sobre la vida, la muerte y el mundo. Su sangre corre por nuestras venas" y "cualquier peculiaridad de las razas, de la sangre, cualquier iluminación del pensamiento, conduce, en último término, de regreso a la Atlántida".

Igual que los soberanos de otros tiempos retrotraí­an su propio origen a un dios, así­ Donnelly y sus seguidores quisieron encontrar nuestras raí­ces en una raza de superhombres. Al norteamericano no debió parecerle digno que procedamos de unos peludos primates. Sin embargo estas ideas, que ahora nos parecen tan absurdas, explican en parte el porqué de la fascinación por la Atlántida. Y es que son muchas las civilizaciones que poseen leyendas sobre algún tipo de paraí­so, un mundo antediluviano en el que la humanidad viví­a en paz y prosperidad. Para los judí­os era el Jardí­n del Edén; para los habitantes de los paí­ses del Norte, la isla de Avalon; y entre los griegos, este lugar idí­lico se encontraba en el Jardí­n de las Hespérides. Estos mundos idí­licos nunca fueron reales, pero no por ello disminuyó el deseo de que lo hubieran sido.

La teorí­a que desde 1909 ha sumado más adeptos afirma que la Atlántida fue Creta a otra isla cercana, la de Santorini. Por consiguiente, la civilización atlante se identificarí­a con la minoica. Son muchos los datos que apoyan esta tesis. Para los antiguos egipcios, Creta constituí­a un lugar de interés a causa de su cercaní­a y su fuerza, aunque resultaba casi inaccesible debido a su ubicación en mitad del Mediterráneo. Por otro lado, la decadencia y caí­da de esta civilización encaja con el dramático final descrito por Platón: hacia el año 1500 a.C. una tremenda erupción volcánica en la isla de Thera (hoy llamada Santorini) originó terremotos, tsunamis y lluvias de cenizas que acabaron por dar el golpe de gracia a aquella cultura de la Edad del Bronce, que ya habí­a sufrido anteriores seí­smos.

La fecha es lo único que no concuerda, pues recordemos que, según Platón, la Atlántida debió florecer alrededor de 12.000 años atrás. Sin embargo, pudo ocurrir que el informador egipcio de Solón se hubiera basado para sus cálculos en uno de los calendarios lunares al uso en aquella época, confundiendo al griego, quien habrí­a tomado los años lunares por solares. En tal caso, la fecha referida por el sacerdote serí­a el año 1200 a.C. aproximadamente, lo cual coincide, admitiendo un margen de tolerancia de dos o tres siglos, con la explosión de Thera.

En cualquier caso, por bien que suene esta hipótesis -desarrollada y defendida sobre todo por los investigadores griegos Angelos Galanopoulos y Spyridon Marinatos- también tiene sus puntos débiles. Así­, la clasificación cronológica de los diferentes estilos cerámicos de la isla de Santorini demuestra que esta cultura sobrevivió al menos cincuenta años a la erupción del volcán. La Atlántida no se hundió, por tanto, en este lugar. Y menores son las posibilidades de que se tratara de la cercana isla de Creta; Cnosos, el centro de la cultura minoica, no se colapsó hasta algunos siglos después de la erupción del volcán y, como todos sabemos, la isla continúa en su sitio.

Entre África y América estableció Athanasius Kircher "la situación de la isla sumergida de la Atlántida, según la apreciación de los egipcios y la descripción de Platón".

Pero existen muchas otras teorí­as. Una de las más interesantes asegura que la Atlántida se encontraba frente a la costa de Florida. En una sesión de trance, el vidente norteamericano Edgar Cayce describió de una forma colorista y fantástica la vida en aquella antigua civilización, prediciendo, además, que una parte de ella serí­a encontrada en el año 1968. Y en efecto, un año más tarde de lo vaticinado se descubrieron en el fondo marino frente a las Bahamas ciertas estructuras aparentemente realizadas por la mano humana. La localización de la Atlántida en esta zona ya habí­a sido propuesta por otros investigadores, que sin duda se remití­an a los datos aportados por el geógrafo romano Marcelo, del primer siglo antes de nuestra era. Según él, el continente perdido habrí­a estado integrado por siete islas pequeñas y tres grandes, la mayor de ellas de 1.000 estadios de diámetro, lo que equivale aproximadamente a 200 kilómetros.

¿Debemos, pues, buscar los restos de la Atlántida en el Caribe? La mayor de las islas antillanas, La Española, tiene un tamaño que coincide más o menos con el calculado por el sabio Marcelo. Sin embargo, estas especulaciones tienen muy poco que ver con la descripción de Platón. Por ello, comentaremos para terminar dos hipótesis que pueden considerarse originales y, al mismo tiempo, cientí­ficas.

El investigador Helmut Tributsch, profesor de quí­mica y arqueólogo aficionado, cree haber descubierto la civilización sumergida al sur de la Bretaña francesa, concretamente en la isla de Gavrinis, que se encuentra cerca de las yacimientos megalí­ticos de Carnac. Tributsch volvió a calcular cuidadosamente la fecha del hundimiento de la isla, concluyendo que la catástrofe tuvo que ocurrir en el 2200 a.C, época en que llegó a su fin la cultura megalí­tica europea.

Sin embargo, ¿no fue la Atlántida una inmensa isla, según Platón, incluso "mayor que Libia (Africa) y Asia juntas"? Tributsch nos brinda una sorprendente interpretación: esta isla no es otra que... ¡Europa! Nuestro continente está rodeado de agua por tres de sus lados. El cuarto lí­mite, los Urales, era muy poco conocido en la antigí¼edad, de manera que, según las concepciones de los pueblos de entonces, también allí­ podrí­a haber existido un océano, lo que convertirí­a a Europa en una isla.

Tributsch llegó a localizar la capital atlante, para lo que tuvo que evaluar por dónde discurrí­a la lí­nea de costa hace 4.000 o 5.000 años, cuando el nivel del mar era unos diez metros inferior al actual: bajo el agua, en el lugar antes mencionado, encontró una topografí­a que corresponde exactamente a la descrita por Platón. Incluso pensó haber hallado el templo de Poseidón reseñado por el sabio griego. Para él, la Atlántida no desapareció de golpe, sino que se fue hundiendo en las olas gradualmente.

Por su parte, el geólogo alemán Eberhard Zangger defiende una solución para el misterio que recuerda a las novelas de Agatha Christie: el personaje menos sospechoso es el culpable. Según él, la Atlántida fue una civilización poderosa y floreciente que sufrió el asedio de los helenos durante largos años, lo que finalmente provocó su caí­da. Su verdadero nombre: Troya. Desde luego, este pueblo existió sin ninguna duda, sólo que la capital citada por Homero no se encontraba en el Atlántico, sino en el Mediterráneo, en las costas de la actual Turquí­a. Ello no es problema para Zangger: en vez de identificar las Columnas de Hércules con Gibraltar, hay que hacerlo más bien con el estrecho de Dardanelos, que da entrada al mar Negro.

El cataclismo final. Asegura Platón que la civilización atlante fue aniquilada hace 12.000 años por un terremoto, como castigo divino por apartarse del buen camino.

Y el cataclismo que provocó la desaparición de la Atlántida? Los conocimientos de los historiadores sobre el final de Troya son exiguos. No obstante, Zangger ha descubierto que hacia el año 1200 a.C. se produjo un seí­smo al suroeste de Atenas que pudo haber desencadenado un maremoto considerable. Las repercusiones que la catástrofe debió tener para Troya pueden coincidir con el relato de Platón sobre la caí­da del imperio atlántico, suponiendo un tratamiento muy liberal de los datos cronológicos.

¿Hemos llegado así­ al final de nuestra búsqueda? Mientras tengamos que basarnos exclusivamente en el incompleto a imperfecto texto de Platón nunca podremos señalar con seguridad dónde estuvo realmente la Atlántida. Suponiendo, claro, que se tratara de un mundo real, que no existiera sólo en nuestra imaginación, en donde representarí­a una isla de la felicidad que se inclinó por el odio y la violencia y fue condenada por ello a la desaparición. Una imagen tal es intemporal, sobre todo por lo que respecta a las esperanzas y anhelos que expresa, aunque también por su trasfondo moral. Y por eso quizá encontremos un dí­a la Atlántida; pero no en la realidad, sino en nuestro corazón.

Lemuria Y El Imperio De Mu

Todo empezó en 1830, cuando el zoólogo inglés Philip Slater descubrió que los lémures, unos prosimios arborí­colas, sólo viven en Madagascar y en Birmania. Esto le llevó a plantear la existencia en la era terciaria de un gigantesco continente -Lemuria- en el océano Índico, que habrí­a servido de puente terrestre para estos animales. Sus ideas fueron más o menos aceptadas por los cientí­ficos de su época (aún faltaba mucho para que se elaborara la teorí­a de la deriva continental) y hubo alguno que incluso situó en el hipotético continente la cuna de la humanidad.

En un siglo donde hací­an furor la magia y el esoterismo, la posibilidad de que el género humano descendiera de una raza extinguida mucho tiempo atrás excitó la imaginación de no pocos especialistas.

Así­, en 1888, madame Blavatski, espiritista y fundadora de la llamada teosofí­a, publicó La doctrina secreta, obra según ella inspirada en los relatos de un viejo sabio hindú y en la cual describe la civilización de superhombres que habitaron Lemuria antes de su desaparición bajo las aguas del Índico.

Digno sucesor suyo en los años veinte fue el coronel del ejército británico James Churchward, quien afirmaba haber sido iniciado por un lama tibetano en el secreto del imperio de Mu. En esta ocasión el continente perdido, al que también llamaba Lemuria, estaba en el océano Pací­fico, y lo habitaban nada menos que 65 millones de lemurianos.

No pondre en duda ningun comentario al respectop de que si una leyenda, de que si mitologia, etc, etc, pero hay mucha gente estudiando el caso a nivel cientifico, invirtiendo mucha pasta y horas de acuerdo que aqui no somos cientificos pero cimni digo cuando abreo el tema, hay poca pesca y en algo tenemos que centrar una curiosidad.. :038:

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lo ultimo que yo he escuchado, es que podria ser que estuviera situado en huelva, enconcreto el municipio de hinojos

no fue inventada por platon,el solo investigo,escribio y relato en donde se encontraba.

segun sus escritos estaba mas alla de las columnas de hercules(el estrecho de gibraltar) eso situaria a las islas,porque eran varias, al sur .entre cadiz y huelva. eso explicaria la actividad sismica de la zona. raro es que ningun acreditado investigador extranjero apoye esta teoria,se cree mas que la isla de la atlantida esta situada en algun lugar del mar rojo ó en las proximidades de la entrada a el,en el oceano indico. los investigadores creen que podria estar por la zona de la navegabilidad egipcia .puesto que era una leyenda egipcia,por esa epoca la rica cultura faraonica estaba situada en el alto egipto,por eso se cree que estubiera en dicha zona,ya que los barcos egipcios navegaban por el mar rojo e indico dejando casi inexplorado el mediterraneo,navegaron por el mediterraneo,si,pero muchos siglos despues que se hundiera la atlantida. un investigador español,cuyo nombre no recuerdo esta investigando si es asi que pudiera estar ubicada al suroeste de nuestro pais.estube indagando hace algun tiempo por internet,de ahy la informacion que os estoy dando. porque yo nunca me doctore en egiptologia,que lo sepais.

segun cuenta la leyenda,era una cultura rica y prospera,nada mas, no que iban con platillos volantes ni que fueron enseñados por extraterrestres, eso son cuentos chinos,no egipcios. lo cierto es que andaban en guerras con otras regiones colonizando e invadiendo y tal era su barbarie que daban verdadero miedo a sus enemigos. al final....bueno

al final ella muere y el se hace torero y colorin colorado este cuento se ha cabado.

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Vale. Me parece bien la disertación, pero esto no es más que un mito, igual que el unicornio - eran colmillos de narval- el arca de Noé -formaciones pétreas en el monte Ararat- y un sinfí­n de cosas parecidas. Pues sí­, soy un escéptico descreí­do. Qué le voy a hacer.

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Yo solo voy a decir que existe un mapa de pirata turco llamado Piris Rei o algo asi fechado en el 1430 o por ahi en el que ya aparece el continente americano. Buscad en internet y flipadlo. Esos son unos 62 años antes de que el navegante de pals? juas arribara a las indias...

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¿QUE ES LA ATLANTIDA?

Desde que Platón escribió sus misteriosos diálogos llamados "Timeo" y "Critias", cuya extensión no es más que de unas 20 páginas de un libro actual, la leyenda de la Atlántida ha fascinado a muchos. El filósofo señalaba que en ese misterioso lugar moraba un pueblo extraordinariamente civilizado y rico, y que un dí­a sobrevino en el mundo un cataclismo de tales magnitudes que en un lapso de 24 horas lo hundió en el mar, con todas sus riquezas y esplendores. Esto ocurrió, dice Platón, 9500 años antes de que él lo escribiera.

Según el investigador Otto Muck, la Atlántida era un paraí­so templado-cálido, de fértiles llanuras, en cuyas cordilleras abundaban los bosques de maderas valiosas. Era una tierra rica en cobre, estaño, oro y plata. Era tanta la riqueza de aquellas tierras y tal la excelencia de su clima, que su población se multiplicó rápidamente, llegando a los 60 millones de habitantes; una cifra portentosa, más si se estima que Egipto (unos de los paí­ses más densamente poblados del mundo antiguo) no pasó jamás de los 15 millones. También parece haber sido una civilización muy avanzada para aquellos tiempos, en los que Europa recién entraba al periodo neolí­tico. Pero dice la tradición que los atlantes se alejaron de su dios, de sus antiguos lí­deres, y extraviaron el propósito de sus vidas; y que por esa causa el dios Zeus habí­a decidido castigarlos.

¿DONDE ESTABA LA ATLANTIDA?

El sacerdote jesuita A. Kirchner, investigador de la obra de Platón, afirmó en el año 1665 que el continente perdido habrí­a estado en el océano Atlántico, entre España y América, dato que es compartido por la mayorí­a de los investigadores actuales.

Cuentan las leyendas antiguas, que entre los siglos XII y I antes de Cristo, era imposible alejarse de la costa europea más allá de las Columnas de Hércules ( hoy estrecho de Gibraltar) pues se encontraban aún flotando enormes masas de lodo procedentes del cataclismo que hundió a la Atlántida. ¿Cómo serí­a posible esto? Una respuesta muy seria la dan los vulcanólogos, especialmente aquellos que tuvieron la opurtunidad de estudiar los efectos de grandes erupciones. Nos indican que las cenizas volcánicas son lanzadas a gran altura mezcladas con ácido carbónico, nitrógeno, agua y anhí­drido sulfúrico. La lava en estado de cenizas es porosa y los ácidos y el agua extraen de ella gran cantidad de compuestos minerales hasta dejar sólo los materiales más inertes y duros; estos constituyen la piedra pómez, una piedra tan liviana que flota sobre el agua hasta que, poco a poco, se impregna y se hunde.

EL CATACLISMO

A comienzos de la decáda de los 60, un grupo de geólogos alemanes desarrolló una teorí­a que parece confirmar la posibilidad de que haya habido un cataclismo bien determinado, capaz de hundir un subcontinente de 200 mil kilómetros cuadrados en el fondo del mar dejando afuera sólo sus montañas más elevadas, como por ejemplo las islas Azores. Tomaron en consideración 3 factores:

Primero, el deslizamiento de las placas continentales. Según estas teorí­as, el continente americano se separó de Europa, Africa y la Antártida por el deslizamiento de las placas sobre las capas más profundas y viscosas del planeta. Si miramos un mapa, veremos que sus formas calzan casi como las piezas de un rompecabezas. La excepción la constituye la zona correspondiente al Caribe y España, donde queda un espacio vací­o.

En segundo lugar, el hueco que se produce coincide con la extensión tradicionalmente atribuida a la Atlántida.

Tercero, han comprendido que ninguna erupción volcánica habrí­a podido producir un efecto suficiente como para hundir una masa tan grande de tierra firme.

De acuerdo a esto desarrollan la tesis de que el cataclismo que, sí­ podrí­a haber provocado tal hundimiento, sólo podrí­a originarse en una perforación tan profunda en el suelo submarino que alcanzó las materias fundidas que hay debajo de la corteza terrestre, a las que llamamos "magma". Este cráter habrí­a proyectado gigantescos chorros de materia incandescente haciendo que al mismo tiempo se hunda el fondo oceánico, con lo que en unas 24 horas toda la Atlántida habrí­a podido sumergirse hasta una profundidad de 3 mil metros. La masa enorme de cenizas volcánicas, millones de metros cúbicos de lava porosa y piedra pómez, se habrí­a precipitado pronto sobre el mar en el mismo lugar donde antes se alzaba la hermosa isla de los atlanes.

Se cumplirí­an así­ los detalles más dudosos del relato de Platón. Por supesto que hay muchos más indicios que indican que el fondo del mar inmediato a los Azores estuvo antes emergido. Por ejemplo, se han detectado allí­ grandes extensiones de fondo marino arenoso, y es sabido que la arena sólo se produce en las superficies por la acción del agua sobre las piedras; y todo esto sin mencionar las ruinas submarinas descubiertas en la región conocida como Triángulo de las Bermudas.

LA MUERTE VINO DEL ESPACIO

Finalmente, este grupo de geólogos encabezado por el investigador Otto Muck, concuerda en que el único acontecimiento que podrí­a haber provocado tales efectos estarí­a relacionado con el espacio exterior. Observando la zona de Carolina, en Estados Unidos, donde hay una concentración notable de cráteres ocasionados por meteoritos de masa relativamente grande, se preguntaron si tales meteoritos no habrí­an sido fragmentos de uno mucho más grande que habrí­a caí­do sobre el océano.

Si dicho meteoro hubiera golpeado la superficie marina en el ángulo apropiado, su masa habrí­a penetrado hasta el magma como un perdigón que atraviesa un huevo.

Queda algo por preguntarse: ¿Qué dioses quisieron castigar a esos atlantes que "se alejaban de su dios"? Platón estaba a punto de escribir la serie de conceptos con que Zeus justificaba su decisión de condenar a los atlanes, cuando la muerte le arrebató el burril y el pensamiento.

Que te parece Gorrion.

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Vale. Me parece bien la disertación, pero esto no es más que un mito, igual que el unicornio - eran colmillos de narval- el arca de Noé -formaciones pétreas en el monte Ararat- y un sinfí­n de cosas parecidas. Pues sí­, soy un escéptico descreí­do. Qué  le voy a hacer.

Hola amigo JON

A lo largo de nuestra existencia ha habido infinidad de mitos y leyendas de todo tipo, supongo que lo mismo le deberian decir algunos al ilustre catalan llamado Cristobal Colon cuando le aseguraban que la tierra era plana y que los barcos despues del horizonte caian en un precipicio sin fondo ,, pero el dale que te pego que no.

Incluso le habian mostrado algun documento grafico en donde ser daba fe de ello, pero Cristofol, ( asi le llamaban sus allegados ) no cejaba en su teoria. tal es asi que al parecer cuando partio de Pal aqui en la costa brava embarco sin cejas. :o

mitosimagen1xz3.jpg

Independiewntemente que ya habian estado piratas y vikyngos en costas americanas no se enteraron de la misa la mitad y Don Cristofol descubrio el nuevo continente para la gloria de Dios y de España asi que el mito de que la tierra era redenda paso a ser una realidad y lo de los barcos que caian en un precioicio sin fondo, una leyenda... :bowdown:

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pues yo creo que no es tan rebuscada la historia de la atlantida, sinceramente creo que si que es un mito , el tal platon nunca podria llegar a la conclusion que hubiera 60 millones de habitantes ni la posicion exacta. y lo de el meteorito y la lava y todo eso....no se que quieres que te diga, podria darte cincuenta razones para contradecirte al igual que podria darte cincuenta para apoyarte. es bonito pensar que hay un tesoro esperando por ahi para ser descubierto. los humanos tenemos ese don, el poder soñar con historias increibles . mas bien creo que es una historia de libro y no una leyenda que ha pasado de padres a hijos.

ya veremos.....si encontramos el dichoso islote.

por cierto,hay unas imagenes de unas investigaciones hechas con satelites que forma un relieve de la tierra sin oceanos,se ve perfectamente las cordilleras marinas y las placas.....pero no se ve nada de la atlantida.todo el fondo del oceano es liso solo las cordilleras oceanicas que es por donde va creciendo las placas,el lado inverso es donde desaparece el mundo....el cinturon de fuego.

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jordi66

ya veremos.....si encontramos el dichoso islote.

Hola Jordi.

Como veo que el tema te gusta y estas leido en este asunto, te dejo estas notas que no son una leyenda ni un mito ..

Bueno las dejo para todos los que les guste estas historias relacionadas con el mar, en caso que algun compañer@ quisiera profundizar mas en el tema, vereis que hay muchos nombres y documentacion de sobra para ampliar los conocimientos por internet.. ... :bowdown:

Al igual que muchos descubrimientos, la casualidad juega un importante papel, y así­ fue

tambien esta vez.

Durante una inspección submarina rutinaria en los alrededores de la isla japonesa de Yona-

guni, cerca de Taiwan, los cientí­ficos del Centro Geológico Oceanográfico de la Universidad

de Ryukyu en Okinawa, descubrieron una estructura que se encuentra a unos docientos metros

de la región de Arakawabana. Esta estructura es una serie de construcciones ciclópeas for-

madas por rocas perfectamente talladas y se encuentra a unos 30 m. de profundidad, mide 120

m. de largo, 40 m. de ancho y 20 m. de alto, aparenta ser una pirámide escalonada, aveni-

das, arcadas, columnas hexagonales, escaleras, etc. con dos orificios de unos 90 cms. de

diámetro y 1 m. de profundidad que se cree eran para colocar dos pilares hechos de madera.

Las ruinas encontradas datan de entre 4.000 o 10.000 años atrás según los exámenes del

C-14, de la termoluminiscencia y de las encuestas del "Grupo de Búsqueda Submarina de la U-

niversidad de Ryukyu". La construcción es muy similar a la de la cultura Ryukyu, una for-

tificación sumergida hace muchos años descubierta en 1995, situada en la costa sur de la

isla Yonaguni, al este de Taiwán y al oeste de las islas Iriomote, en el mar de China.

Podrí­a ser el recuerdo de un continente que ya no existe o, en todo caso, la prueba de una

civilización desconocida, contemporánea de las primeras culturas mesopotámicas y anterior

al Egipto de los faraones. Lo que comenzó siendo una curiosidad geológica puede convertirse

en el descubrimiento arqueológico más importante del siglo, si lo que parece evidente para

muchos investigadores, que se trataria de una estructura artificial, acaba por confirmarse.

La construcción tiene un aspecto que ha sido comparado con el de una pirámide escalonada

sudamericana o con un zigurat mesopotámico, pero no se encuentra aislada. Junto a ella,

como formando parte de un complejo de tipo ceremonial, aparecen los restos de anchos paseos

y avenidas flanqueadas por pilones, columnas hexagonales, escaleras, arcadas y diferentes

edificaciones, todas construidas con enormes bloques pétreos perfectamente alineados.

Todaví­a más sorprendente resulta que los inexplicables restos submarinos no estén limitados

a una única área de la isla. Los investigadores Kihachiro Aratake, el primero en descubrir

los restos en Yonaguni, y Masaaki Kimura, geólogo marino de la Universidad de Ryukyu en O-

kinawa, han hallado ocho lugares con formaciones en apariencia artificiales. Entre éstos,

los más interesantes, además de los de Yonaguni, son los encontrados cerca de la ciudad de

Naha, en la isla de Okinawa, donde existe una pared formada también con grandes piedras ta-

llada.

¿Se trata de construcciones artificiales? Para Masaki Kimura no cabe duda. Para este geólo-

go, que lleva 13 años estudiando el enigma, se trata de monumentos construidos por la mano

del hombre, dejados por alguna civilización desconocida de Asia. También opina que la cons-

trucción de esos monumentos habrí­a requerido un alto grado de desarrollo técnico, así­ como

algún tipo de maquinaria. La antigí¼edad de los restos no está determinada de forma defini-

tiva, aunque existen una serie de hipótesis. Por un lado, se especula con que las edifi-

caciones podrí­an haber sido erigidas antes del final de la última era glacial, cuando el

nivel de los mares era notablemente inferior al actual. También podrí­an estar bajo el agua

a causa de algún movimiento tectónico producido en tiempos más modernos; no hay que olvidar

que todo el archipiélago japonés se encuentra en una de las zonas del planeta de mayor

actividad sí­smica. Una combinación de estos dos factores también serí­a plausible.

Para Teruaki Oshii, profesor de geologí­a de la Universidad de Tokio, las estructuras son,

al menos parte, obra del ser humano, que podrí­a haber aprovechado algunas formaciones geo-

lógicas preexistentes para realizar los monumentos. Su origen se remontarí­a, según el geó-

logo, al 8.000 a.C., la misma época en que comenzaron su andadura las primeras civilizacio-

nes del valle del Indo o de Mesopotamia. Robert Schoch, profesor de geologí­a de la Univer-

sidad de Boston y uno de los investigadores que sostienen una antigí¼edad muy superior a la

aceptada por los arqueólogos para la Esfinge de Giza, ha sido uno de los primeros cientí­fi-

cos occidentales que han estudiado las curiosas formaciones. El geólogo añade que se mues-

tra convencido de que tienen una antigí¼edad de unos 10.000 años si, como él cree, se con-

firma que, al menos en parte, son artificiales.

Las recientes exploraciones submarinas, realizadas por Boris Said y J. J. Hurtak, fueron

posibles gracias a la información entregada por herramientas de sensorí­a remota, luego de

haber sido encontrada por primera vez con un pequeño submarino y un grupo de buceo en la

primavera de 1995, por el ya mencionado Kimura. El Dr. J. J. Hurtak es un especialista en

tecnologí­a de captación remota satelital, presidente de la Academia Para La Ciencia Futura

en Estados Unidos, y de la Facultad de Sensorí­a Remota, de la Universidad Autónoma de Méxi-

co. Se descubrieron una serie de "puentes" de tierra que conectan el archipiélago de pe-

queñas islas de Ryukyu con las tierras del continente de China. Dichos puentes se hundieron

debido a una serie de cambios geológicos, asi como una serie de formaciones topográficas

únicas, las cuales pueden haber sido parte de antiguos "templos" o pequeñas "pirámides".

El último puente de tierra que conecta las islas con China puede haber aparecido durante el

último perí­odo glacial a fines del Pleistoceno, conectando una serie de importantes islas a

través de Taiwán, Okinawa y Amani-Oshime con el área de Kyushu.

El análisis de las filmaciones de estas grandes ruinas por Said y Hurtak en varios lu-

gares en el Pací­fico Sur, muestra lo que parecen ser dos grandes templos con muros protegi-

dos y formas bipiramidales. Una de las estructuras es la anteriormente citada, que se en-

cuentra bajo la costa de Yonaguni. La segunda se encuentra a unos 500 Km. de Okinawa en el

océano. Desde entonces, se han encontrado siete estructuras adicionales cerca de tres islas

diferentes, como si fueran parte de un gran complejo urbano que estuvo alguna vez en estos

puentes de tierra.

En las filmaciones de estas ruinas sumergidas se pueden ver claramente sendas y avenidas

bien delineadas y de diferentes formas, es decir, formas en múltiples niveles, circulares y

semi-circulares, las cuales están ordenadas en patrones escalonados perfectamente cortados

en angulo recto en la roca, indicando una capacidad de ingenierí­a de escalas arquitectóni-

cas masivas.

Se dice también que, estas construcciones con plataformas o terraplenes, se habrian usado

como un centro ceremonial en el que una base pétrea soportarí­a las paredes y el techo de

madera.

Tal vez, como propone Kimura, sea un templo dedicado a Narai-Kanai, una deidad de milenaria

tradición en Okinawa. O puede que un centro religioso destinado a una divinidad desconoci-

da. En todo caso, si se confirma el origen artificial de las construcciones submarinas ja-

ponesas habrá que reescribir la historia del nacimiento de las primeras civilizaciones. Una

cultura desconocida floreció en las orillas del Pací­fico antes del fin de la era glacial y

dejó para la posteridad sus construcciones ciclópeas, curiosamente parecidas a otras de

Sudamérica. ¿Existió alguna conexión entre las civilizaciones precolombinas y esa descono-

cida cultura de Japón? ¿Pudieron llegar hasta América esos antiguos japoneses?. Incluso se

plantea la posibilidad de que restos encontrados sean parte del continente Mu, desaparecido

bajo el mar como la Atlántida, según diversas leyendas

yonaguni2ss7.jpg

yonaguni7sz9.jpg

Editado por gorrion
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siempre he mantenido que las civilizaciones comenzaron por el este, no hay duda, ellos fueron los primeros en construir ciudades. nos tienen acostumbrados a maravillarnos con su cultura.

esas imagenes parecen mas de mexico que de okinawa.piedras talladas con gran exactitud

impresiona eehh!!

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