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El día a día de un Submarinista Alemán en la II GM


ALBATAN

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Conseguir un puesto en un submarino era algo tremendamente difícil. Tras completar el entrenamiento naval básico, los marineros ingresaban en escuelas especiales que les preparaban para su futuro servicio en un U-Boot.

En la primera fase de su entrenamiento el noventa por ciento de los aspirantes eran rechazados.

Los marineros de los U-Boot disfrutaban de los sueldos más altos de la Kriegsmarine. Aparte del sueldo base, recibían suplementos de peligrosidad, por hacer inmersiones, por manejo de la maquinaria y una paga extra por estar a bordo.

Sin embargo, la vida en el mar era muy distinta. A pesar de ser considerados los submarinos más avanzados y eficaces de su época, los diseños alemanes también eran los peor preparados en cuanto a su habitabilidad.

Todos estos privilegios y lujos quedaban atrás en el mismo momento en que se cerraban las escotillas y los tripulantes decían adiós al día y la noche. Se adentraban entonces en un angosto tubo de acero repleto de víveres que impedían incluso la utilización de uno de los dos retretes disponibles.

La comida se almacenaba en cualquier hueco disponible, el techo del submarino estaba repleto de salchichas y embutidos que colgaban de cuerdas, bajo las planchas sobre las que caminaban, sacos de patatas, barriles, etc. Todo lo que se pudiera cargar era bienvenido ya que el tiempo de patrulla podía alargarse hasta ocho semanas e incluso más. En pocos días los alimentos comenzaban a perderse ya que no existían despensas congeladoras ni nada parecido.

Para paliar la falta de medios de conservación se utilizaba un pan especial llamado Kommissbrot, oscuro y muy duro pero que tenía una mayor duración.

Los hombres no se podían duchar, ni apenas cambiarse de ropa, de modo que el olor corporal era insoportable. La higiene constituía un grave problema ya que el poco agua dulce disponible se utilizaba para cocinar, para asearse debían utilizar agua de mar. A menudo empleaban el agua caliente del circuito de refrigeración de los motores diesel. Para eliminar en lo posible la sal de su piel, utilizaban una colonia al limón llamada Kolib eran armas repletas de hombres.

El ambiente era hediondo, una mezcla de agua de sentina, gas-oil, sudor, alimentos podridos y letrina. Dos hombres compartían cada litera, excepto el capitán, y solo había un juego de sabanas para toda la patrulla. Una densa niebla se extendía por el submarino de proa a popa, con aquellos niveles de humedad la ropa mojada jamás llegaba a secarse. A menudo pasaban semanas sin avistar nada mas que la inmensidad del océano. El tedio era insoportable, cada día en el mar aumentaba el cansancio de la tripulación y las condiciones de vida a bordo empeoraban.

Aunque casi nunca se recibia el impacto de un proyectil directamentelas ondas de presión sometían la embarcación a violentas sacudidas que provocaban estragos el la maquinaria.

Los marineros eran lanzados contra los mamparos y todo salía disparado de un lado a otro. Frecuentemente se producían fisuras en el casco y otros desperfectos que permitían la entrada del agua, estos debían ser remediados inmediatamente, pues el peso añadido al submarino podría llevarles al fondo hacia una muerte segura.

Frecuentemente un Uboat se veia acosado por varios destructores ASW. Uno encargado de mantener el contacto y el resto encargados de soltar cargas de profundidad.

Los ataques de veinticuatro horas eran algo que solo quien lo ha experimentado puede describir. Algunos muchachos no podían soportarlo y reaccionaban de manera violenta e histérica, deseando salir de aquel infierno. Los alemanes llamaban a este estado Blechkoller "neurosis de destructor

Cuando los daños eran irremediables existían dos posibilidades. La primera, si aún era posible, emerger y rendirse. Esta opción conllevaba un alto riesgo, pues el recibimiento de artillería que les aguardaba ocasionaría muchas bajas. La segunda, esta ajena a su voluntad, acontecía cuando la nave estaba impedida para salir a la superficie. Mortalmente herido el submarino emprendía su último viaje a las profundidades, sin remisión caían hacia el fondo. Los tripulantes conscientes de su destino, esperaban el momento en que la enorme presión del mar les aniquilase. Pero aún existía otra pesadilla peor, si la zona en que se encontraban tenia poco calado, quedarían posados en el fondo, donde les esperaba una horrible y lenta agonía hasta morir por asfixia o ahogamiento.

De los 1162 submarinos construidos por Alemania durante la Segunda Guerra Mundial 805 se perdieron. De los cuarenta mil hombres que sirvieron en ellos treinta mil murieron en servicio y cinco mil fueron capturados. El mas alto índice de bajas de todas las ramas del ejercito alemán.

Tras de sí dejaban una devastación de catorce millones de toneladas de mercancías hundidas..

He encontrado alguna foto, a ver si recuerdo cómo colgarla y lo hago

un saludo

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interesante historia, hace un par de dias he visto una pelicula "el submarino" que trata de lo que explicas antes, un submarino aleman que intenta esquivar las cargas de un destructor americano, es un poco vieja pero esta muy bien ambientada. os la recomiendo.

PD: Lo de los chorizos colgando tambien sale en la peli, todo el submarino lleno de "alemanen salchichen y de kartofel pataten" XD

1 saludo.

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