Ando con ganas de contaros como pasó, porque es de esos días que vuelves con más afición, que ya es decir.
Picada tremenda, la puntera de la caña casi en el agua, dos fuertes cabezazos y el bicho encuevado. Recojo rápido mi caña. Juan, ¿necesitas algo?. NO. Le dejo libertad de movimiento y me siento en la popa a disfrutar. El resto, como él lo cuenta, manejando el barco, ahora meto marcha, ahora desembrago, dándole vueltas a la cueva, un poco más de hilo, ahora recojo, siempre con tensión pero con cuidado para que no rompa. Así hasta la cuarta vuelta en que lo consigue levantar. El resto más fácil. Alegría indescriptible.
Un lance perfecto, de los que no tenemos ocasión de ver a menudo.
Amigo, ayer me demostraste otra vez, y ya van..., que en esto de la pesca sabes lo que haces.
Un abrazo.
Pepe.