01/08/10 Fin de mi viaje por Almería
Vuelvo encantado con los paisajes, el sol, las playas, la compañia... que más se puede pedir?... pues la Dorada más grande que he pescado! y todo gracias a quien hizo posible que hoy pueda escribir y enseñar la Dorada, Alejandro (Chein Bass) GRACIAS, a ti va dedicado este relato;
En un lugar de Almería, de cuyo nombre no debo acordarme, marcando las 14:00 en mi reloj y con el sol dando buena cuenta de su presencia, decidí ir al coche a por la comida, dejando las 2 cañas lanzadas con gusana americana.
Al poco de dejar el pesquero, nose si por un presagio o por las ansias de ver el indicador moverse, me giré, y sorprendido vi el indicador en lo más alto, asique di media vuelta y corrí dando saltos entre roca y roca hasta llegar a la caña, tras clavar me dí cuenta de que llevaba un señor pez al otro lado de la línea, fué entonces cuando recordé lo que yo mismo había pensado horas atrás, ¿que haría en caso de pescar una buena pieza, como podría sacarla del agua en ese espigón y más solo que la una? como nunca piensas que ese día pueda llegar, no le dí más vueltas, sin embargo en el momento que note el peso del pez, empezó a preocuparme, sin nadie a mi alrededor que ayudarme con el salabre, veía muy complicado sacarlo, tiraba sin parar, y recordando mi fatidico final de la semana pasada con una dorada grande, comenzé a utilizar esa pieza tan desconocida para mí, el freno del carrete.
La experiencia corría de mi parte, sabía que traer una dorada al espigón con energías significaría perderla, asique me arme de paciencia, encerre los nervios, y durante 10 eternos minutos luche con el pez, que finalmente se dejó ver, sacandome una cara de sorpresa, satisfacción e incredulidad al mismo tiempo.
Cuando ya pensaba que la perdería al levantarla, pude ver a no muchos metros una cabeza de un buzo, al cual tras hacerle señas acudió y tras explicarle la situación, se sumergió para ver la dorada, salio a la superficie y me dijo " Chaval, peazo dorada!, no la sacas del agua ni jarto vino", ya perdí una grande, y la 2ª que engancho no podía perderla, asique le pedi que me la arponeara, antes tuve que dejarla marchar nuevamente y volver a luchar con ella, pues al ver al buzo se puso brabucona y empezó nuevamente a estirar con fuerza, tras otros minutos, la traje sin apenas resistencia, y sin dificultad, el buzo pudo arponearla, y subirla a las rocas entre los dos.
Aquí cuelgo las fotos, pesó 4,100 kg
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