Hay un refrán que resume, en algunos aspectos, la actitud a tomar cuando uno cambia de residencia: Donde fueres, haz lo que vieres.
Habrá costumbres suyas que nada ni nadie les puede ni debe hacer cambiar, sus comidas, su forma de decorar sus casas, su costumbre de rezar no se cuántas veces al día, las abluciones, etc. Pero otras, cuando la religión actúa como ley, no tienen más remedio que desterrarlas, porque chocaría con las leyes de aquí. Si su religión, aplicada como ley, dice que hay que cortarle la mano al ladrón, azotar a la adúltera o violada, y cosas por el estilo pues eso ya sí que no, porque aunque para ellos religión y ley es casi lo mismo, aquí no lo es y se habrán de sujetar a nuestras leyes; aplicándo las suyas en nuestro país los castigados serían ellos.
Me suena que hace pocos años se persiguió un caso de castigo físico en una escuela islámica en España. Los niños eran azotados por el profesor, con permiso de los padres. Por mucho permiso de los padres que hubiera, el castigo físico en la escuela no está permitido en nuestro país, y punto.
Otro ejemplo de costumbre aberrante, no permitido aquí es la ablación del clítoris a las niñas. Por eso muchos lo hacen durante un viaje de vacaciones a su país. Ya ha habido pediatras que han denunciado casos de ablación en niñas que estaban intactas y han vuelto mutiladas tras un viaje a su país.
De todos modos lo que se empezó debatiendo eran sus costumbres y leyes en sus países de origen, no las costumbres que mantienen aquí. A nadie le cabe en la cabeza que estas barbaridades las pudieran aplicar en nuestro país, otra cosa es lo que ocurra en la privacidad de sus domicilios, si les cruzan la cara porque les parece que han mirado a otro, o que no iban todo lo decorosas que debieran. Afortunadamente las mujeres ya se animan a denunciar estos atropellos, amparadas por leyes que en sus países no podrían ni soñar.