Aunque esta historia no es de peligro si nos hemos reido mucho al comentarla y puede servirnos en este post.
Hace un par de años, en primavera aproximadamente, estábamos dos amigos y yo pescando fondeados por la ría de Punta, a la altura de la primera curva que enfila hacia el puente del burro. Tendríamos de fondo unos 10 ó 11 metros y un ancla para arena con cabo.
El barco era una glastron de 5 metros y empezó a levantarse un viento bastante molesto por lo que decidimos levar anclas y dirigirnos a puerto. Cuando intentamos tirar del cabo se había enganchado con algo y no había manera de soltarnos por lo que empecé con las típicas maniobras, avante y atrás, pero nada de nada. Uno de los compañeros, más bruto que un arado, se situó en la proa y dijo: - esto lo saco yo como me llamo Jaime.
Había que verlo con la cara roja como un tomate pegando tirones. Al cabo de unos minutos vemos que poco a poco empieza a cobrar cabo y a resoplar como un burro en celo pero sin dejar de tirar. Al poco rato se empiezan a ver los 2 metros de cadena que llevaba el ancla y poco después el ancla ¡¡enganchada a un cable de 2 ó 3 cm de diametro!!
Cuando nos dimos cuenta llevaba el tío 20 minutos pegando tirones.
A mí me hizo desde luego un favor, ya que no perdía el ancla, pero desde entonces me lo llevo siempre que puedo, por si las moscas, jejeje