Al coto de los Rubios no vuelvo hasta que me compre una sonda nueva,me han arreglado la que tenía pero sigue marcando lo que quiere, no me fío.
Y donde menos te esperas, salta la liebre.
Prueba que te prueba con mi varilla nueva, con nudos realizados o asesorados por el maestro Macar, de pronto la caña con el jurelillo vivo se dobla como si quisiera mojarse la cara.
Cojo la caña y rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr ¡ya está! pienso yo, ¡me voy a desvirgar! Cobro sin cesar aunque cada pocos metros recogidos otra fenomenal carrera, ahora bien, parece que es un dentón un poco raro, sube y sube hasta ponerme la línea a ras de superficie, y en esto que sale el lomo de un inmenso bicho como a 30 metros del barco, pega un coletazo y rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr, repetimos lo de antes, ahora para abajo, ahora para lejos, ahora que sube y ¡plas! coletazo que parecía un congrio de los grandes con epilepsia... ¡un pez zorro! Me acuerdo de Adolfo y de que tardó media tarde en sacarlo, por lo que me armo de paciencia y, en efecto, otro rrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrrr
y de pronto, nada... ... ... nada... he perdido todo... qué va, el plomo de 300 gr sube, lo veo aunque claro, ni lo sentía después del bicho...
Termino de recoger y veo que se ha soltado el carbono del quitavueltas que unía el vivo a la madre. Macar, el nudo que me enseñaste el viernes hubiera venido de perlas, pero como ya tenía el aparejo hecho de hace tiempo y yo iba a la varilla no lo cambié. Por cierto, ya te enseñaré el tamaño de la potera donde enganchó. Al empatillar si quieres pasas tú por dentro de la anilla
En fin, que aunque perdida la mejor captura de mi vida (y con diferencia, qué leches) el subidón de adrenalina me ha vuelto más adicto si cabe a la pesca.