La dificultad para pescar truchas en la actualidad, unida al reto superior que el pescador acepta para poder lograr la captura de un pez esquivo e inteligente, hacen del lance ultraligero una técnica de pesca de referencia hoy en día. En estas líneas se explica cómo hacerlo en arroyos y con cucharilla.
A pocos escapa que cada vez quedan menos lugares de pesca, dentro de la geografía española, donde las truchas son salvajes. Si a ello unimos que las pocas que quedan pueblan arroyos de montaña, es fácil deducir que la mejor, y en ocasiones la única, forma de pescarlas es gracias al lance ultraligero; sin dejar de lado -ni mucho menos- a la pesca a mosca.
Esta afirmación no es gratuita, y llega como resultado de un año y medio de pesca en exclusiva a lance ultraligero, no sólo de truchas, sino de lucios y black basses. Lo cierto es que es una técnica que termina apasionando, con los pros y los contras que esto acarrea, ya que se llega a pescar casi únicamente de esta forma. Al menos a mí es lo que me ha ocurrido. Veo en el trastero los equipos de lance ligero y semipesado, y me parecen como para pescar al curricán de altura. Ahora es el momento de contar qué he aprendido en este tiempo, pescando truchas con estos equipos ligeros como el aire.
Grandes rasgos
Ya conocemos el escenario, un arroyo de montaña, y lo mejor es pensar de qué forma lo podemos pescar. Por supuesto, se puede hacer con cualquier técnica de pesca; pero la simple contemplación del arroyo parece decirnos que lo más divertido es hacerlo con un equipo de lance ultraligero. Da la impresión de que de sus aguas surge el mensaje de que las fuerzas han de estar equilibradas, y la condición es el uso de un equipo acorde con el arroyo.
Habiendo pescado el arroyo con otros equipos de más enjundia, no me he divertido, ni de lejos, tanto como con uno ultraligero. Con éste, una trucha de cuarto de kilo es un monstruo al otro lado de la línea, descolgándose como un rayo arroyo abajo, intentando zafarse de la cucharilla. Al igual que las sensaciones cuando se produce la picada y la pelea con la trucha crecen con más fuerza que pescando en un río con más agua y cauce mayor, por fortuna se reduce toda la dinámica que envuelve a esta práctica, y que en mi caso es la clave para que no la deje. Los lances son pocos, muchos menos que en un río de llanura, por ejemplo. Han de ser milimétricamente ajustados, porque muchas veces sólo hay una oportunidad. El equipo es, casi, de risa: una caña de una longitud menor que mi altura, fina y flexible como un junco, y un carrete de juguete, al que se le ha montado una línea endeble como un pelo, para lanzar una cucharilla que no suele pasar de cuatro gramos. Sí, es para reírse. Siempre, de uno mismo y a veces de los demás, cuando las capturas demuestran que el lance ultraligero está llamado a convertirse en una técnica referente para el pescador deportivo que demanda la sociedad actual. Una vez trazadas las líneas fundamentales que definen este estilo de pesca, moderno y emocionante, entremos en detalle para definir cuáles han de ser los movimientos del pescador cucharillero en el arroyo.
El paseo por el arroyo
Si bien es cierto que tanto el escenario, el arroyo, como la técnica de pesca, el lance ultraligero, son de dimensiones reducidas, hay un componente en todo este juego que no sólo no queda reducido, sino que debe crecer tanto como nuestra paciencia, y la contención del ansia por lanzar, nos lo permitan. No es otro que la observación. El paseo por el arroyo ha de tener un claro carácter observador. Sin él, y sin la lentitud que lleva aparejada su práctica, estamos perdidos. Porque los movimientos no serán adecuados, al igual que los lances. Ambos sucederán de forma alocada. Los ángulos de ataque a los chorros, pequeñas pozas, raseras y tablas, y demás escenas que formen parte del arroyo van a tener como ingrediente principal la prisa, y los resultados no satisfarán al pescador, que puede tener una reacción en sentido contrario a la prevista en principio, y dejar en el olvido la pesca a lance ultraligero con cucharilla. Hay que mirar mucho, pensar y decidir cómo vamos a atacar la diana donde nuestra cucharilla tiene que posarse. De esta forma, resulta difícil negar que el paseo se convierte en un recorrido lleno de emoción, que nos transporta a tiempos y lugares donde la pesca llegó a ser una forma de supervivencia.
Gracias a esta lentitud de movimientos, y a la exactitud de los lances, sin aspavientos, llegamos a otra cuestión vital en el paseo del pescador por el arroyo. Ésta es la discreción. Sin ella, ocurrirá lo antes descrito con la observación. Un movimiento brusco, un lance exagerado con el brazo, un grito para avisar de la presencia de la trucha y cualquier motivo que tenga como ingrediente fatídico la ausencia de delicadeza, y habremos echado a perder el lance y la tranquilidad del lugar.
Por último, el tercer pilar sobre el que ha de sostenerse el paseo del pescador por el arroyo es la lectura del agua. Hay que saber ver lo que muestra el arroyo. Ésta no es ninguna licencia retórica, ni mucho menos, sino que hay que ver cómo corre el agua donde vamos a lanzar, pensando que la trucha puede, o debe, estar apostada ahí. Con qué velocidad, profundidad, y qué obstáculos la componen, cómo va a girar la pala de nuestra cucharilla en una zona como la que vamos a lanzar, o qué escape tiene la trucha cuando ataque el señuelo. Hay que imaginar -los ángulos de lance, antes de efectuarlo, para conseguir que la cucharilla entre en la corriente como un elemento natural.
En definitiva, conviene tener la sensación, porque en el transcurso del día se experimenta, de que estamos en un rececho, y que en todo paso que demos, ya sea andando o lanzando, ha de primar la cautela. Veamos entonces cuáles son los tipos de lance necesarios en la pesca a lance ultraligero en arroyos.
Los lances
Es más que probable que, en los primeros días de práctica de lance con un equipo de unas características tan peculiares como las del lance ultraligero, tengamos la inercia de lanzar a dos manos. En principio, no hay por qué no hacerlo, si con ello el pescador se siente cómodo y gana confianza para acertar de lleno en los blancos a los que apunta. Sin embargo, conseguir esos mismos efectos con una sola mano es alcanzar un nivel superior, y acorde con esta técnica. Éstos han de ser pocos, pero deben ser bien hechos. Esa es la misión principal del pescador y, para ello, habrá de dominar ciertos tipos de lance: el normal, el lateral, el de péndulo y el de ballesta.
El normal, que usará para lanzar en tramos de distancia media y larga, y con poca profundidad.
El lateral para alcanzar objetivos río arriba, escondidos tras un obstáculo para no delatar nuestra presencia, y con el que se saca todo el partido a la flexibilidad de la vara de la caña.
El lance de péndulo, ideal para que el señuelo caiga con delicadeza y precisión a distancias medias y cortas, cuando estamos escondidos en nuestra orilla y los movimientos han de ser muy discretos.
Y el de ballesta, cuando la maraña de arbustos y obstáculos nos impide efectuar alguno de los lances anteriores, y no nos dejan más opciones de lance que esta, sujetando con la mano no lanzadora el anzuelo triple del señuelo, y con firmeza la caña, apuntando a la diana y soltando, con cuidado de no prender el señuelo en los dedos.
Hay que resaltar que, además, conviene meterse lo menos posible en el agua, salvo para salvar un obstáculo y seguir remontando el arroyo. Dominando estos cuatro tipos de lance se está en perfectas condiciones de poder practicar con garantías la pesca con pequeñas cucharillas en arroyos.
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ESTA PESCA AMI ME ENCANTA ES LA OSTIA DE DIVERTIDO, SOBRE TODO ME GUSTA PESCAR LAS TRUCHAS A PEZ VISTO, Y EN EL RIO QUE LO PRACTICO LO PUEDO HACER PERFECTAMENTE