Saludos.
Dos nuevas salidas, Miércoles 17, y Jueves, 18.
De 14,30 a 18,30; cebo, ermitaño, tarde soleada, temperatura, 20ºC. El Miércoles, mar como plato; El Jueves, algo rizada con viento de Poniente.
Resultado: Dos doradas de 27cm., una cada día:
Modestas capturas, pero es lo que hay por mi zona. Ahora, la dorada del Jueves tiene mucho mérito. Me explico:
Sobre las cinco de la tarde lanzo una de mis dos cañas, con un hermoso ermitaño de caracola como cebo. Rompo la línea, por las razones que sean, no lo sé, quizás suelto tarde, o el nudo o el hilo estaban deteriorados... en fin que sale el plomo suelto, la gameta y el anzuelo por libre. Todo perdido. Nada, recojo el hilo suelto, pongo plomo, gameta y anzuelo con cebo y a seguir pescando, no sin antes jurar en hebreo.
Al cabo de una hora, noto en mi otra caña dos tirones y al recoger traigo esa dorada, y veo que también hay otro aparejo, igual que el que había perdido una hora antes. Pero, he aquí sorpresa y perplejidad mía y de los dos o tres compañeros porque no venía enganchada de esa caña, sino del aparejo que había perdido antes, el cual se había enganchado al que tenía puesto en la caña y había transmitido a esta los tirones de la dorada.
Yo no sé si esto os ha pasado alguna vez, pero a mí todavía me tiene alucinado.
Es como encontrar una aguja en un pajar.